jueves, abril 20, 2006

oro líquido

ayer descorchamos una botella de vino que jinete se había traído de sus tierras sorianas.
Creo que era un vino joven, pero ignoro si era un vino de uva albilla o garnacha o la que sea. La textura era muy suave, y el sabor afrutado, un tanto ácido, ligero y fresco. Le sobraba un poco de temperatura quizás.

Pero en el fondo todo esto es casi lo de menos. He podido probar grandes vinos y vinos dignos de mezcla con cocacola. Pero casi siempre me queda la sensación de que el vino me gusta más o menos en función del momento y la compañía. Un kalimotxo puede ser sensacional y un vega sicilia se te puede hacer indigesto..

Ayer ese vino castellano sabía un poco al verano que se acerca, a canciones de los pernice brothers que estos días no puedo parar de escuchar, a ojos morenos de una médico de la tele y a recuerdos que se van como el sabor del vino.

PS. para la próxima cata de vino de Soria podríamos hacer unas torrijas para completar ese menú castellano.

1 Comments:

Blogger Alfonso Hernández said...

oh si.

emocionante post.

la compañía hace bueno el vino.

esta noche ha dicho Perdido que hay Consejo Jedi, no?

bien, bien...

6:09 p. m.

 

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