Sensacional fin de semana... en las antípodas

El viernes tenía una cita, utilizando ese término propio de películas de teenagers. Tamaño acontecimiento se prometía muy feliz. Cena en su casa, los dos solos. Pues bien, al final nada de nada. No hay cita que valga. Así que decidí, de camino a casa, pasar por la Fnac. Compré un disco (Queens of the stone age), lo puse en casa a toda hostia y abrí una Xibeca. Vino Perdido. Charlamos, nos contamos nuestras conmiseraciones y decidimos que si algún día tenemos niños, los llamaremos Xibeca si es niña, y Alfredo si es niño (por aquello de "vas más pedo que Alfredo"). Luego vino Noestabien. Juntos repasamos una por una nuestras miserias y bajamos, cómo no, al Abanico, después de una somera DJ Session en la que decidimos nuestro siguiente paso como artistas: publicar un disco recopilatorio de Lo mejor de Hercegovina: canciones que viven con nosotros. Próximamente.

Eso fue el viernes. El sábado estuve entrenado y por la noche fuimos a ver el derby Madrid-Atleti a casa de Toni. Perdió el Atleti 2-1. Volví a casa solo y cabizbajo. El domingo tenía una carrera de bicis y tenía que madrugar. A las 5 de la mañana ya estaba despierto. "Estos dos ya habrán vuelto a casa" -pensé, iluso. Me levanté para ir al baño. Efectivamente, Perdido había vuelto sano y salvo de la noche. Volví a la cama. No podía dormir. Me puse a leer a Nietzsche y una revista de snow.

A las 6.30 llegó Noestabien. ¡¡Y no venía solo!! Seguía sin poder dormir y además, del dormitorio-Suite Palacio del Amor de Noestabien provenían unos sonidos polifónicos de lo más extraños. Las 7 de la mañana. Decidí levantarme, no fuera a haber una alarma de incendio y no la oyéramos entre tanto ruido. Desayuné, cogí la bici y me fui a la carrera. Mi participación en la carrera (un descenso en Sant Andreu de la Barca) fue pobre. Más qué pobre, paupérrima. Pero me reí mucho con mis amigos y el circuito era divertido.

Volví a casa, llovía un poco la tarde del domingo. Odio los domingos, y más aún si llueven. Decidí intentar suerte de nuevo con la cita del viernes pospuesta sine die. Ella me propuso cenar de nuevo en su casa. Primero me negué, algo dolido por lo del viernes. Pero luego acepté ante argumentos que no podía rechazar. Y entonces fue la apoteosis. Volvió a suspender la cita "porque estaba pintando su habitación". Fascinante lo de pintar casas los domingos por la tarde, con una cita pendiente. No alcanzo a entenderlo todavía.

Si nos basamos en la Teoría del Caos o de la Compensación Universal, supongo que alguien, en las antípodas, habrá tenido un fin de semana opuesto a este. Si es así, felicidades, amigo. Te habrás quedado a gusto jodiéndole el finde a un tipo que no te ha hecho nada. Espero que en la próxima vida te toque ser figurante de un congreso del PP, para que tragues mierda por un tubo, a ver si te ahogas.