La democracia y la limpieza llegan a casa

Hay un momento del Domingo por la tarde que es crítico. Me refiero a una hora indeterminada, un intervalo que va desde la sobremesa hasta la hora de ir al cine. Un "compás" de espera, de tiempo un tanto inútil a menos que se aproveche para la siesta, para quedarse frito en el sofá viendo la película de turno en la tele... o para limpiar la casa.

En efecto. En Hercegovina nos gusta hacer bien las cosas, y por eso después de más de un año de vivir juntos nos hemos decidido a seguir un plan de limpieza semanal. La clásica hoja de papel a modo de ley orgánica en la que cada semana uno de nosotros está obligado, impelido, abocado e irremediablemente destinado a limpiar toda la casa, sopena de convertir nuestra humilde morada en una simple porqueriza. Todo un año hemos tardado en llegar a esta ley comunitaria. Estamos dentro de la media del congreso de los diputados; no está mal.

Y es que no fue nada fácil llegar a la elemental conclusión del fregado semanal. Fue el fruto de un amplio debate interno, un constante ten-con-ten, un toma y daca, un tira y afloja. Incluso con observadores internacionales y mediadores de la ONU. A modo de Estatut de autonomía, finalmente hubo un consenso entre las tendencias más dispares. La neoliberal (subcontratar y hacer off-shoring, de Perdido), y la pseudocomunista de los planes quinquenales, de Noestabien y mía.

Total, que ahora la ley democrática aprobada por el pueblo soberano ya está en marcha y es imparable. Esto ya no va a ser la casa en la que cada uno barría o fregaba cuando Dios le daba a entender. No, no. No más anarquía y autogestión como si de una casa okupa se tratara.

Los domingos, Operación Kärcher.

Y luego, al cine. Ayer: Misión Imposible 3. Divertida comedia alucinógena para pasar el rato.