viernes, noviembre 25, 2005

crónicas de la impuntualidad


llegada triumfal al curro. trato de entrar discretamente porque iba una hora tarde. pero habían cambiado el código de la puerta. he tenido que llamar y estaban todos en la cocina desayunando. el jefe ha hecho bromas sobre mi puntualidad (sí, sí, tu tómatelo a broma pero cambia esos horarios intempestivos de una buena vez..). Y yo le he correspondido con una mueca que trataba de ser sonrisa y se ha convertido en cara de muy chungo.

Algo tendrá que ver lo que pasó ayer. Y, ¿qué pasó?

Ayer cenamos en el abanico con la comunidad. Se mezclan hechos en mi cabeza. Supongo que ya fue una premonición que justo nuestra llegada coincidiera con un apagón que nos dejó sin luz.

Las velitas iluminaron la velada. Una velada en la que jinete, perdido y noestabien jugaron cada uno su inconfundible rol. Es decir, apoyados enla barra esperando la siguiente consumición hasta que el bolsillo o la cabeza digan basta.

Problema (o no): nos estaban invitando, no había que pagar. Eso unido a nuestras ganas-aguante, hicieron el resto. Iban surgiendo tequilas de la nada, cervezas por generación espontanea en nuestras manos y aquello se nos fue de precisamente de las manos.

Esta mañana mi rostro, de resaca y maldormir, asusta.

 
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